"Es la música que hay en nuestra conciencia, el baile que hay en nuestro espíritu,
lo que no quiere armonizar con ninguna letanía puritana, con ningún sermón moral..."
(Nietzsche: Más allá del bien y del mal, 216)


La amenaza satánica






La célebre novena declaración satánica de Anton LaVey dice: "Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el negocio todos estos años" [1]. Y no sólo a la Iglesia como institución: una extensa caterva de "demonólogos", "exorcistas" y "expertos en sectas satánicas" cristianos obtienen excelentes beneficios con libros, conferencias y apariciones en los medios de comunicación en los que explotan sin recato el infantil miedo al Diablo de los feligreses, difundiendo toda clase de fábulas morbosas y truculentas sobre el Satanismo y sus seguidores. Los libelos de estos "expertos" —curas y beatos de todo pelo, a los que se suman algunos periodistas sensacionalistas poco escrupulosos— han hecho creer a mucha gente, especialmente a la más desinformada e impresionable, que los satanistas constituyen una amenaza pública, porque realizarían rituales secretos que implicarían secuestros, abusos y asesinatos. Las acusaciones de estos nuevos inquisidores son tan falsas y malintencionadas como las de sus predecesores históricos, pues sólo es su impotencia efectiva para enviar a la tortura y a la hoguera a los "seguidores del Diablo" de hoy lo que les diferencia en realidad de los inquisidores de antaño.

En una vieja estratagema —que al parecer ya utilizó contra ella el propio Estado romano, al acusar en su día a los primeros cristianos de practicar el canibalismo—, la Iglesia ha presentado a todos los colectivos que deseaba exterminar con tintes monstruosos y criminales, inventando para ello todo tipo de historias atroces y repulsivas que provocaran inmediatamente el deseado clima de linchamiento y sed de sangre de la población. Y a lo largo de la historia no han sido pocos los planes eclesiásticos de genocidio, dentro y fuera de las fronteras europeas. David Frankfurter, profesor de historia de la religión de la Universidad de New Hampshire, ha demostrado que los modernos relatos sobre supuestas atrocidades cometidas por los satanistas son simplemente una versión actualizada del tipo de acusaciones vertidas en otros tiempos por la Iglesia contra los paganos, los herejes, los judíos o las brujas [2]. Sobre todos estos colectivos "disidentes", que la Iglesia pretendía borrar del mapa a toda costa, se fabricaron falsas crónicas que los mostraban practicando "crímenes rituales", en especial abusos y sacrificios de niños [3]. Estas acusaciones inventadas, que justificaron la persecución y el asesinato —esta vez bien reales— de muchos miembros de estas comunidades minoritarias, reciben en los estudios históricos el nombre genérico de "libelos de sangre".

Incluso las imágenes utilizadas son básicamente las mismas a través de los siglos: los "enemigos de la Iglesia" (cátaros, judíos... satanistas) llevarían a cabo en secreto y de forma regular blasfemas parodias de la misa católica, en las que un niño secuestrado sería torturado y asesinado para obtener su sangre. Pero indefectiblemente estas historias, cuando han sido investigadas, se han revelado totalmente falsas. Ni los albigenses, ni los judíos, ni los satanistas realizaban o realizan "crímenes rituales", ni buscaban o buscan niños para sus actividades ceremoniales. [4]

La visión del Satanismo moderno como un movimiento acechante, peligroso, criminal, ha sido alentada desde los círculos eclesiásticos e integristas cristianos, y se ha difundido en Occidente por muchos medios. El cine ha dejado algunas imágenes imborrables en nuestra cultura contemporánea, como la célebre película Rosemary's Baby (El Bebé de Rosemary, traducida como La Semilla del Diablo en España, estrenada en 1968), que recoge la delirante idea de que los satanistas querrían tener su propio mesías en la Tierra, y que por lo tanto andarían buscando mujeres incautas para ser inseminadas por el mismísimo Demonio. Esta historia del "mesías satánico" se retoma en otro clásico del cine de terror, la saga de The Omen (La Profecía, 1976-2006). Y la lista de películas sobre el peligro de las "sectas satánicas" es interminable —a mi juicio entre las mejores está una de las primeras, todavía en blanco y negro: Night of the Demon (La Noche del Demonio, 1957).

Todas estas obras de ficción precedieron y acompañaron a un impresionante movimiento de "caza de brujas" contra los satanistas —más supuestos que reales— que se desató entre comienzos de los setenta y finales de los noventa del pasado siglo, especialmente en los países anglosajones. Este fenómeno mediático y sociológico, impresionante por su forma de desarrollarse sin ninguna prueba real que lo sustentase, ha sido conocido como el "pánico satánico".

Mucho se ha escrito ya sobre el "pánico satánico" [5], especialmente en Estados Unidos, donde su aparición se unía a una larga serie de "pánicos" irracionales que algunos autores consideran endémicos de la sociedad norteamericana [6]. Debbie Nathan y Michael Snedeker, autores de uno de los mejores estudios sobre el asunto en ese país, lo definen sencillamente como "una moderna caza de brujas americana" [7]. A finales de la década de los sesenta comienzan a expandirse rumores por Estados Unidos sobre una supuesta actividad en la sombra de grupos satánicos que estarían "infiltrados" en prácticamente todas las ciudades y poblaciones del país, y que se dedicarían en secreto a las prácticas más horrendas. Cualquier vecino, a pesar de su aspecto corriente —como "demuestra" el film Rosemary's Baby—, podía ser sospechoso de "satanista", lo que equivalía a convertirse en un monstruo criminal extremadamente peligroso. Los contenidos de estas historias alcanzaban cotas inimaginables de depravación y horror, y su veracidad parecía estar avalada por las medidas policiales y judiciales que se ponían en marcha. Por ejemplo, en marzo de 1991 dos hermanas adultas de San Diego demandaron a su madre, que tenía entonces sesenta y seis años, por haberlas violado y torturado cuando eran niñas en el transcurso de espantosos "rituales satánicos" en grupo, en los que participaba también su padre, ya fallecido. Las dos mujeres acusaron a su madre y al resto de miembros de aquel grupo de haberlas obligado a asesinar a sus propios bebés, frutos de las violaciones sufridas, así como a ejercer de prostitutas para atraer a indigentes que luego eran sacrificados.

La sentencia del juicio no consideró ciertas las alegaciones de las dos mujeres. Lo más interesante de este caso es que las dos supuestas víctimas no recordaban absolutamente nada de estas pretendidas vejaciones sufridas en su infancia, y que la historia procedía enteramente de lo que les había"revelado" su psicoterapeuta. Como señala Jeffrey Victor en su documentado estudio El Pánico Satánico, la Creación de una Leyenda Contemporánea:

"El elemento central del caso fue la influencia del psicoterapeuta de las dos hijas, porque ellas decían no tener memoria de las torturas de su infancia, hasta el momento en que los recuerdos fueron "sacados" por su terapeuta, Tim Maas, un consejero matrimonial. La formación profesional de Maas se limitaba a una diplomatura en administración de empresas y un grado ministerial en asesoramiento pastoral. Era un antiguo ministro de la iglesia evangélica luterana. Sus seis clínicas, que se proclamaban "de orientación cristiana", estaban tratando en aquel entonces unos cincuenta casos de "abusos rituales satánicos" y recibían dos nuevos casos cada mes. Los "terapeutas" empleados eran personas no profesionales formadas en las propias clínicas." [8]

Cuando el veredicto no satisfizo las demandas de las dos hermanas, éstas declararon que el objetivo de su acción había sido en realidad, y cito de nuevo el estudio de Victor: "ganar publicidad en favor de la realidad del abuso ritual de niños por parte de cultos satánicos".

El papel de estos terapeutas de ideología fundamentalista cristiana es clave para entender las aparentes "evidencias" con que contaba el "pánico satánico", pues muchos casos procedían igualmente de "recuerdos" surgidos sólo tras dudosas sesiones de hipnosis. El hecho de que estos personajes tuvieran en ocasiones una titulación académica en psicología ha sido presentado a menudo como prueba irrefutable de la autenticidad de estos casos que ayudaban a "sacar" de las mentes de sus devotos y siempre olvidadizos pacientes. Pero los que usan a estos psicólogos como pruebas de peso para alentar el "pánico satánico" se cuidan muy mucho de darles demasiada voz, porque inmediatamente saldría a la luz el carácter delirante de sus planteamientos: "En los años noventa el psicólogo D. Corydon Hammond hizo pública una teoría detallada del abuso ritual, extraída de las sesiones de hipnosis con sus pacientes. En ella alegaba que estas personas eran víctimas de una conspiración mundial de células clandestinas, secretas y organizadas, que usaban la tortura, el control de la mente y el abuso ritual para crear personalidades alternativas que pudieran ser "activadas" con palabras clave, y que eran entrenadas como asesinos, prostitutas, traficantes de drogas y como trabajadores infantiles del sexo (utilizados para producir pornografía infantil). Hammond defendía que sus pacientes le revelaron que la conspiración estaba dirigida por un médico judío de la Alemania nazi, que ahora trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia, y que tenía como objetivo la dominación de todo el planeta por parte de un culto satánico" (Wikipedia).

Uno de los casos más sonados del "pánico satánico", también uno de los primeros, se conoce generalmente como Michelle recuerda, en alusión al título del best-seller que terapeuta y paciente escribieron juntos, tras contraer matrimonio. Lawrence Pazder, el psicólogo, un ferviente católico canadiense, conoció a la que sería su esposa y suministradora de material para su libro, Michelle Smith, en 1973. En 1978 viajaron juntos al Vaticano para alertar a las autoridades eclesiásticas del peligro de los "crímenes rituales satánicos". En 1980 apareció el libro que les haría célebres y que se publicitaba en su portada como The shocking true story of the ultimate evil: A child's possession by the Devil! ("Una sobrecogedora historia real de extrema maldad: ¡La posesión de una niña por el Diablo!"). Como en el caso de las dos hermanas de San Diego, Michelle sólo comenzó a "recordar" bajo hipnosis, una técnica que —pese a lo que suele creer el gran público— no garantiza en absoluto la veracidad de los relatos de los que se someten a ella, sino que es al contrario un marco idóneo para inducir falsos recuerdos y estimular la apariencia de autenticidad de todo tipo de imágenes fantásticas [9]. El libro de Pazder y Smith está completamente desprestigiado hoy, y muchas de las figuras del clero norteamericano que en su momento le manifestaron su simpatía se han desmarcado públicamente de él en los últimos años. De hecho los datos objetivamente comprobables del libro han resultado ser todos falsos. Por ejemplo, Michelle Smith decía haber logrado "recordar" una celebración satánica de cientos de personas durante ochenta y un días ininterrumpidos en el cementerio de Ross Bay (Victoria, Canadá), pero el citado cementerio está rodeado por tres de sus lados por grandes bloques de pisos, y ninguno de sus vecinos se percató de nada inusual en aquellos años. En un primer momento, Pazder y Smith llegaron a afirmar que la inmensa celebración fantasma era obra de la Iglesia de Satán, pero cambiaron rápidamente de idea cuando Anton LaVey les amenazó con una demanda. Prefirieron decir que se trataba de un grupo satánico desconocido.

Una acogida mediática sin precedentes recibió en esos años del "pánico satánico" el proceso contra un parvulario de Manhattan Beach (California). En 1983 la familia McMartin, propietaria del establecimiento, fue acusada por algunas madres de estar realizando "rituales satánicos" con sus hijos, en los que se producían actos de sodomía y de bestialismo. El caso se llevó a los tribunales en 1984 y obtuvo un veredicto definitivo en 1990, en lo que se considera el juicio más largo y más costoso de toda la historia de los Estados Unidos. La familia McMartin fue absuelta sin cargos, por falta absoluta de evidencias que corroboraran lo que decían los niños. Por ejemplo estos decían haber sido conducidos por los McMartin a unos túneles secretos bajo el parvulario, donde se habrían celebrado los "rituales". Pero la investigación directa de la policía, así como los archivos municipales, e incluso los escáner, demostraron que el subsuelo del centro era macizo, sin ningún tipo de túneles o pasadizos. Por otra parte las declaraciones de los niños eran claramente fantásticas: dijeron haber viajado en globo, haber visto brujas volando en escobas y haber sido introducidos en los túneles succionándolos a través de las tazas del water (como en los comics más depresivos de Crumb). Cuando se le mostraron algunas fotografías, uno de los niños reconoció al actor Chuck Norris como uno de los "sacerdotes" satánicos. Unos años después del veredicto algunos de los niños, ya adultos, confesaron públicamente haber mentido, aunque la triste fama del caso llevó al cierre definitivo del parvulario.

La histeria antisatánica concluyó, al menos en su forma más exacerbada, a finales de los noventa, cuando la falta de consistencia de todas estas acusaciones condujo al FBI y a otros departamentos de seguridad norteamericanos a concluir oficialmente que el "abuso ritual satánico" era un mito [10]. Durante los juicios llevados a cabo en esos años se pusieron en evidencia una y otra vez los prejuicios puritanos y fundamentalistas que subyacían a esta moderna "caza de brujas". La estética dark o cercana al black metal de muchos jóvenes norteamericanos fue suficiente para considerarlos más que sospechosos de practicar "crímenes rituales". Burk Sauls, en un artículo sobre uno de los procesos, señala que: "Los libros de Stephen King se utilizaron como pruebas de cargo al no poder encontrarse ninguna prueba real. Se mostraron en el juicio camisetas de conciertos de color negro como evidencia de que un adolescente era capaz de matar a tres niños de ocho años. Se leyeron ante el jurado letras de canciones de Blue Oyster Cult y de Pink Floyd para demostrar que los acusados eran culpables". [11]

Entonces, y para terminar: ¿No se han cometido nunca en el mundo crímenes vinculados a la simbología satanista? Ciertamente sí. Pero estos crímenes han sido obra de determinados psicópatas homicidas que han utilizado imágenes o términos satánicos sólo como una burda forma de realzar el terror que deseaban imponer a su paso. Sus atrocidades no se producían en ningún contexto "ritual" ni formaban parte de los postulados o de las actividades de ningún colectivo satanista. Estos dementes creían ser "Satán" como creían ser "Jesucristo" —algunos célebres casos han dicho ser ambos indistintamente—, o se consideraban "el brazo de Dios" llamado a acabar con "el pecado", etc. De hecho, la megalomanía enfermiza de estos sujetos les ha llevado a preferir en la mayoría de los casos los símbolos bíblicos. No sería justo achacar a los cristianos como colectivo todos los crímenes de homosexuales, strippers y prostitutas realizados por desequilibrados que han creído oír la voz de "Dios" eligiéndoles para terminar con "el pecado" en las calles. Del mismo modo habría que proceder cuando este tipo de enfermos deciden nombrarse a sí mismos nada menos que "Satán".

Uno de los casos más tristemente célebres es el del asesino en serie norteamericano Richard Ramírez, autor de cerca de una veintena de crímenes en California, que profirió en el juicio el nombre "Satán" y se dibujaba ocasionalmente pentagramas en las manos. Ramírez no aprendió de ningún colectivo satanista sus atrocidades, sino de un veterano del ejército de los Estados Unidos. Como se señala en Wikipedia: "Cuando Ramírez tenía trece años empezó a pasar mucho tiempo con su primo Mike, un veterano de las Fuerzas Especiales en la guerra de Vietnam. Mike logró fascinar a Ramírez con fotos polaroid de mujeres vietnamitas que se jactaba de haber torturado y asesinado. Los dos pasaron mucho tiempo juntos dando vueltas en coche y, según Ramírez, su primo le enseñó cómo disparar y cortar a la gente para conseguir 'el máximo efecto'." Durante el juicio de Ramírez, una de las "pruebas" más sólidas presentadas en alegación de su supuesto "satanismo" fue su afición por el grupo AC/DC (!). Judas Priest o Marilyn Manson han tenido también que hacer frente, en distintos momentos de sus carreras, a acusaciones de ser los "inspiradores" de psicópatas y desequilibrados, como si los estragos de la enfermedad mental necesitasen de alguna justificación ideológica real.


Notas

[1] A. LaVey. La Biblia Satánica, 1969: "Las nueve declaraciones satánicas".

[2] D. Frankfurter: Evil Incarnate. Rumors of Demonic Conspiracy and Ritual Abuse in History. Princeton University Press, 2006. Del mismo autor: Le Mal et ses Complots Imaginaires. Du Cannibalisme des Premiers Chrétiens aux Abus Rituels Sataniques. Terrain vol. 50 (2008), pp. 14-31.

[3] Merece la pena leer a J. M. Perceval: Un Crimen sin Cadáver: el Santo Niño de la Guardia. Historia 16 vol. 202 (1993), pp. 44-58.

[4] No puedo dejar de señalar aquí que la falta de pruebas de estas supuestas prácticas contrasta llamativamente con la bien demostrada reiteración de delitos de pedofilia entre los sacerdotes católicos, precisamente los autores de esas truculentas historias con niños que han servido para acusar a sus enemigos. Los frecuentes casos de pedofilia entre el clero católico sólo modernamente están siendo llevados a los tribunales, y demostrados allí sobradamente, pero parece sin duda una práctica antigua entre los miembros de esa institución. No habría que descartar que algo de su misma mentalidad pudiera estar detrás de las repetitivas descripciones, tan morbosamente minuciosas, de abusos de cuerpos infantiles que pueblan insistentemente los "libelos de sangre" de antaño y los panfletos eclesiásticos sobre la "amenaza satánica" de hoy.

[5] Además de los textos citados en otras notas de este artículo: G. Clapton: Satanic Abuse Controversy. University of North London Press, 1993. M. De Young: The Ritual Abuse Controversy. McFarland, 2002. R. D. Hicks: In Pursuit of Satan. The Police and the Occult. Prometheus Books, 1991. J. S. La Fontaine: Speak of the Devil. Tales of Satanic Abuse in Contemporary England. Cambridge University Press, 1998. G. J. Medway: Lure of the Sinister. The Unnatural History of Satanism. New York University Press, 2001. J. T. Richardson y J. Best: The Satanism Scare. Transaction Publishers, 1991. P. J. Stewart y A. Strathern: Witchcraft, Sorcery, Rumors, and Gossip. Cambridge University Press, 2004. Véase también: D. Matthews: "Revisiting the Satanic Panic Television Specials of the 1980s and '90s". Fusion, octubre de 2015. S. Reveron: "San Antonio Four Cleared in Satanic Panic Abuse Case". Cult Nation, noviembre de 2016.

[6] M. Moore: Bowling for Columbine, 2002.

[7] D. Nathan y M. R. Snedeker: Satan's Silence. Ritual Abuse and the Making of a Modern American Witch Hunt. Basic Books, 1995.

[8] J. S. Victor: Satanic Panic. The Creation of a Contemporary Legend. Open Court Publishing, 1993.

[9] H. Wakefield y R. C. Underwager: Return of the Furies. An Investigation into Recovered Memory Therapy. Open Court Publishing, 1994.

[10] B. Douellet: La Croisade contre les Satanistes. Théologiques vol. 5/1 (1997) pp.59-88. D. Vera: Against Satanic Panics. 2006.

[11] B. Sauls: Les Meurtriers de "Robin Hood Hills", 2001. Véase también: M. W. Anderson y B. Savory: The Last Pentacle of the Sun: Writings in Support of the West Memphis Three. Arsenal Pulp Press, 2004.



Miguel AlgOl

3 comentarios:

Malina Murnau dijo...

Muy interesante...y muy cierto.Excelente articulo.
Un beso

Anónimo dijo...

Muy cierto. No es posible que los genuinos satanistas sean considerados poco menos que asesinos seriales, por culpa de zánganos que ganan dinero y fama "en nombre de Dios". No se toman ni 10 minutos para saber lo que es realmente el satanismo y ni 1 minuto para considerar la posibilidad de hacerlo.

Shaagar dijo...

Muchas gracias por este artículo fantástico, aporta muchos datos que podemos esgrimir y sobre los que reflexionar.
Con respecto a lo que dice 'Anonimo' lamentablemente muy poca gente, casi nadie, se toma ningún tiempo para considerar nada, nos movemos muchas veces en nuestros propios topicos mentales y lo realmente dificil es encontrar a gente dispuesta a considerar cambiar de punto de vista... pensar.